Una magna obra estrella en el programa electoral del actual equipo de Gobierno de Guadalajara va camino de convertirse en la magnamente estrellada. La chapuza tiene nombre: carril bici.
Como ejemplo cojo un pequeño tramo: el de la calle de Julián Besteiro. El carril bici en sí comienza en el camino de tierra que supone el dique del río en la margen izquierda de la calle según sube. El camino de tierra es quizá el mejor tramo del nuevo carril bici, y ya verán por qué. Éste se convierte en hormigón rojo que, unido a la pintura, resulta resbaladizo en cuanto aparece un pequeño charco, muy abundantes por badenes. El puente es otra dificultad añadida debido a la estrechez, con lo que se pasa de dos carriles a uno, pero es una falla lógica e insalvable, por lo que pasaremos del tema. Lo que no es tan lógico es la irregularidad del asfalto, no por ser así, sino por la cantidad de huellas que en su momento no fueron parcheadas por los obreros, a lo que se añade además alcantarillas y todo tipo de escrituras que delatan firmas, símbolos y amoríos.
En el campo de fútbol cruza la calle, el semáforo no indica luminosamente cruce de bicicletas pero sí una pintura roja en el suelo. Peligrosas alcantarillas sobresalen. Serpentea bajo el puente para evitar las columnas y comienza la cuesta. Desaparece la señalización y el hormigón rojo queda substituido por las baldosas punteadas. Supongo que la idea es dar más adherencia al neumático en la cuesta, pero el resultado es que este tramo queda inadaptado para bicicletas de carretera y de paseo (como las que el Ayuntamiento va a poner a disposición de los ciudadanos) por incomodidad y riesgo de malformación de las ruedas.
El hormigón vuelve y se interna un tanto en el barrio de los Escritores, sigue sin señalización, los coches aparcados invaden parte del carril, entra en el parque de los Ingenieros Militares y ¡voilà! desaparece. Rastreando un poco, como el Guadiana vuelve a resurgir en el parque de la Constitución.
Si en 800m sucede todo esto, ¿qué no puede ocurrir en los 14km del anillo? Cortes del carril sin continuidad, paso por calles particulares, rotura del firme, gravilla, suciedad, problemas de seguridad...
Después de un millón de euros invertidos ¿de cara a la galería? y tanto cacareo con los bicicarriles españoles, visito Inglaterra y me doy cuenta allí de la perfecta adaptación de la bici a las calles, con arcenes (y no aceras) adaptados como ciclovías, sitios preferenciales en los semáforos para evitar atropellos, ausencia de pinturas resbaladizas y, sobre todo, civismo, respeto de los conductores a los ciclistas. Además, no hay cuestas, al contrario que en Guadalajara, donde se necesita cierta preparación física, que no muchos tienen, y los que la tienen saben de los riesgos e inutilidad de esta obra magnamente estrellada.
Dejo el enlace al interesante Informe del Anillo Ciclista publicado el 29 de abril de 2009 por la asociación GuadaENBICI.
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