jueves, 13 de mayo de 2010

Reforma electoral

Los avatares electorales han llevado al liberal Nick Clegg a entrar en el Gobierno de David Cameron. Para ello, ha convencido al flamante Primer Ministro británico de iniciar una más que necesaria reforma electoral. No es de extrañar su empeño si viendo que con el sistema mayoriatario de tanta tradición -como obsoleto- en el Reino Unido, el tercer partido, obteniendo tan solo un 6% menos de votos que el segundo, ha conseguido 201 diputados menos. Y es que muchas veces la inenieria electoral es muy injusta.

De eso sabemos bastante en España, lo único que aquí en lugar de culpar al sistema electoral, hay quien lo erige como garante de un sistema supuestamente proporcional y acusa a Victor d'Hondt y su método de reparto de escaños[1]. Pero algo parece no andar bien cuando la tercera fuerza política más votada obtiene sólo dos escaños y la cuarta, once; un fallo a priori bastante significativo.
Para no engañar a nadie, lo del Congreso de los Diputados de España es más bien un sistema electoral que podríamos denominar proporcional matizado, si no desvirtuado. Lo cierto es que siendo la circuscripción electoral la provincia, sólo en Madrid y Barcelona, y si acaso Valencia, hay una cierta proporcionalidad, ya que ésta sólo puede funcionar si hay un número significativo de escaños que repartir -35, 31 y 16, respectivamente-. España es un país que tiene repartida su población de manera muy desigual, por lo que en la mayoría de las circunscripciones tan solo se eligen un pequeño número de representantes -tres, cuatro, cinco o seis-, lo que favorece siempre a los partidos más votados y elimina por completo a las fuerzas minoritarias pero con un seguimiento ciertamente significativo. Aunque sujeto su reparto a cierta proporcionalidad, previo regalo de tres escaños[2], la proporción sobre proporción acaba acercando el sistema electoral español al mayoritario.

Un sistema proporcional real no requiere precisamente de la sustitución del método d'Hondt como medio de reparto de escaños por otro supuestamente más justo, sino de una circunscripción electoral única, donde el número total de escaños se repartiese siguiendo el número total de votos obtenidos por cada partido.
Tomando como base los votos obtenidos por los partidos políticos en las elecciones generales de 2008, si comparamos el reparto de escaños dado por el sistema proporcional matizado actual con con uno hipotético siguiendo la circunscripción única, los resultados son claros:

Partido .... Escaños reales ..... Escaños c.e.ú.
PSOE ............... 169 ....................... 161
PP .................... 153 ....................... 147
IU ....................... 2 .......................... 14
CiU .................... 11 .......................... 11
UPyD ................. 1 ............................ 4
PNV ................... 6 ............................ 4
ERC ................... 3 ............................. 3
BNG .................. 2 ............................. 3
CC-PNC ............ 2 ............................. 2
CA ..................... 0 ............................. 0
Na-Bai .............. 1 ............................. 0

Con una circusncripción electoral única, los partidos que perderían escaños serían los dos grandes, PSOE y PP, ganarían ampliamente los partidos nacionales minoritarios y más o menos se mantendrían los nacionalistas periféricos. Si además, se quiere conseguir aún una mayor proporcionalidad, la Constitución permite aumentar el número de diputados hasta los cuatrocientos, cincuenta más que los actuales, y el reparto variaría algo más, y además aparecerían nuevas fuerzas políticas, como Coalición Andalucista:

Partido .... Escaños reales ..... Escaños c.e.ú. 400 diputados
PSOE ............... 169 ....................... 183
PP .................... 153 ....................... 168
IU ....................... 2 .......................... 16
CiU .................... 11 .......................... 12
UPyD ................. 1 ............................ 5
PNV ................... 6 ............................ 5
ERC ................... 3 ............................. 4
BNG .................. 2 ............................. 3
CC-PNC ............ 2 ............................. 2
CA ..................... 0 ............................. 1
Na-Bai .............. 1 ............................. 1

Si tratamos los datos en términos relativos, la proporcionalidad se hace evidente ante nuestros ojos:

Partido .... % votos ... % escaños reales ... % escaños 400 dip.
PSOE ......... 43,37 ................. 48,29 ....................... 45,75
PP ............... 39,36 ................ 43,71 ....................... 42,00
IU ................ 3,77 ................... 0,57 ........................ 4,00
CiU .............. 3,03 ................... 3,14 ........................ 3,00
UPyD .......... 1,19 .................... 0,29 ....................... 1,25
PNV ............ 1,19 ..................... 1,71 ....................... 1,25
ERC ............. 1,16 .................... 0,86 ....................... 1,00
BNG ............ 0,82 ................... 0,57 ........................ 0,75
CC-PNC ...... 0,64 ................... 0,57 ........................ 0,50
CA ............... 0,27 .................... 0,00 ....................... 0,25
Na-Bai ........ 0,24 .................... 0,29 ....................... 0,25

De darse, los cambios serían sustanciales. Primero, aparecería la posibilidad de formar coaliciones con dos fuerzas nacionales con capacidad de servir de llave de Gobierno: IU y UPyD. Es más, los resultados están tomados de unas elecciones realizadas bajo el sistema electoral proporcional matizado, lo que en la mayor parte de las provincias favorece el llamado voto útil[3]; de realizarse unas elecciones con circunscripción electoral única, seguramente IU, en lugar de obtener 960 000 votos, hubiese llegado al menos al 1 200 000, y UPyD, en vez de 300 000, quizá 500 000, restando votos al PP y sobre todo a PSOE, lo que ajustaría aún más el resultado y cobrarían aún más fuerza los terceros partidos.
Por otro lado, aparentemente los partidos nacionalistas periféricos se mantienen más o menos igual. Pero, en realidad pierden fuerza, ya que dejan de ser llave de Gobierno en favor de los partidos minoritarios que se presentan en todo el país. Con el sistema actual, las coaliciones son muy difíciles, sobre todo porque los partidos nacionalistas habitualmente no gustan de entrar en un Gobierno que ven lejos de sus casas. Pero consiguen una política de pactos puntuales y de legislatura que condicionan políticas que van encaminadas sobre todo en temas de transferencia de competencias y de financiación de las comunidades autónomas. De esta manera, y por la debilidad -casi inutilidad- del Senado, intrínsecamente el Congreso de los Diputados se ha convertido en la verdadera Cámara de representación territorial, mezclando de manera un tanto caótica dos voluntades que son como el agua y el aceite, la de los territorios y la del pueblo.
El hecho de que recobren fuerza otros grupos como IU y UPyD haría perder poder a los nacionalistas periféricos, que no tanto representantes. Si se escogió un sistema proporcional matizado fue precisamente para dar cabida a éstos como integración de las peculiaridades regionales, aunque sea minando la democracia y la voluntad de los ciudadanos. Por ello, una circusncripción electoral verdaderamente proporcional no sería completa si no se reformase el Senado, dándole más competencias y convirtiéndola en una auténtica Cámara de representación territorial donde las comunidades autónomas debatiesen sus asuntos propios, a modo de Estados federados o länder en el Bundesrat alemán, y donde se desenvolverían mejor los partidos nacionalistas periféricos, dejando al Congreso aquellos temas que son de interés general para todos los ciudadanos.

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[1] Una explicación del método d'Hondt: http://www.elecciones.mir.es/generales2008/i_visita8.html.
[2] El artículo 68 de la Constitución de 1978 y el artículo 162 de la Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, de Régimen Electoral General atribuyen a cada provincia un mínimo de dos diputados (salvo Ceuta y Melilla), más otro resultante de los sobrantes de la proporcionalidad.
[3] Pese a que hay voces muy interesadas que lo niegan, el voto útil es una realidad patente, sobre todo en pequeñas circunscripciones, donde las terceras fuerzas obtienen en unas elecciones generales hasta la mitad de los votos que los que consiguen habitualmente en las municipales.