martes, 19 de mayo de 2009

Maldita hermosura


¿Dónde quedó el reloj?

Todo parece estático. Solamente se escucha el choque del viento entre los árboles. Las piedras llenas de musgo sobre el suelo herboso denotan que los muros de los edificios cayeron hace mucho tiempo. Y desde entonces nada ha vuelto a pasar.

Es muy placentero estar sentado sobre lo que debió ser un poyo, perdiendo la mirada hacia el bosque. Cuesta abajo, antes del primer pino, el arroyo lleva algo de agua, seguramente fruto del calor que deshace la nieve de la montaña. Ya no queda puente que lo cruce, tan solo unos árboles caídos que unen las dos orillas. El camino queda cortado por el riachuelo dando cuenta de que ya nadie quiere pasar por allí. Si uno se concentra puede escuchar el corretear del agua algo exagerado para lo escasa que es; seguramente sea un manantial escondido que está en su pleno apogeo.

Es todo muy bello. Las flores comienzan a crecer, el olor de la jara se hace intenso, las mariposas lucen sus coloridas alas, las nubes pasan deprisa. Me hubiese encantado que estuvieras conmigo en ese momento, en medio de la nada como un todo en el mundo. Tú y yo solos en el paraíso que un día pasado recuperó la naturaleza al hombre. Esa misma naturaleza que te llevó consigo para siempre. Esa naturaleza que hoy me parece maldita y hermosa.

domingo, 17 de mayo de 2009

Si Dios fuera una mujer

¿y si Dios fuera una mujer?
-Juan Gelman

¿Y si Dios fuera mujer?
pregunta Juan sin inmutarse,
vaya, vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.

Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez
para besar sus pies no de bronce,
su pubis no de piedra,
sus pechos no de mármol,
sus labios no de yeso.

Si Dios fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurar
hasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos SIDA o pánico
nos contagiaría su inmortalidad.

Si Dios fuera mujer no se instalaría
lejana en el reino de los cielos,
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno,
con sus brazos no cerrados,
su rosa no de plástico
y su amor no de ángeles.

Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible,
prodigiosa blasfemia.


Mario Benedetti (1920-2009)

martes, 12 de mayo de 2009

Hay una estrella más iluminando el cielo


Hoy, martes 12 de mayo de 2009, la música de nuestro país ha quedado huérfana. Esta noche una nueva estrella brillará en el cielo. Será la de Antonio Vega.

En los últimos años su cuerpo ya parecía el de un muerto viviente estático encima de los escenarios. Parecía como si no fuese capaz de seguir adelante si no era por el aliento del público que le animaba a continuar por la senda de la poesía musicada. Las drogas, el SIDA y el cáncer hicieron el resto.

Esta mañana, el alma de Antonio se esfumó definitivamente de ese desmejorado cuerpo. Se fue como mejor sabía, sobre los escenarios, el sitio de su recreo y donde se mentuvo en vida hasta que no pudo más. Hoy se ha despedido de todos, y nos ha dejado su verso, sus notas y su corazón. Ha vuelto allí donde se creó la primera luz, junto a la semilla del cielo azul, a ese lugar donde nació.

El cielo se encapota con las horas, pero seguro que esta noche se abre para que todos podamos contemplar a su nuevo inquilino brillar.

Gracias, Antonio, y hasta siempre.



lunes, 11 de mayo de 2009

Sacedoncillo parado en el tiempo


El tiempo ha quedado parado en Sacedoncillo. El silencio es continuo, tan solo roto por el continuo sonar de los grillos en primavera y verano, por algún que otro animalejo de paso y por el efecto del viento chocando con los cercanos pinares. La guerra civil y la lejanía de los grandes núcleos urbanos acabaron con el pueblo. Una camioneta en chatarra junto a la primera casa en ruina, comida por los disparos de los cazadores que se divierten antes de la batida, recibe al viajero que se acerca por el camino que une los restos con la carretera. El camino, que hoy es parte del GR-10, unía Tamajón y Cogolludo. De ello quedan todavía las bases del pequeño puente que cruzaba el arroyo, que lleva agua únicamente en épocas lluviosas y de deshielo. Parte de ese agua surge de una pequeña fuente escondida entre los arbustos, la fuente de la Teta, que, en un gesto de necesidad aunque con cierto aire socarrón de los vecinos de Sacedoncillo ante la guerra, luce como caño un obús.

Los restos de la aldea se extienden en cuesta hacia el arroyo. Todavía se pueden adivinar la calle principal que lo cruzaba y la plaza, en donde quedan en pie los muros de la iglesia. El templo de Sacedoncillo es de estilo románico, muy sencillo y de pequeño tamaño, como la mayoría de los de alrededor. La entrada está mirando al vallejo y a los montes que separan Sacedoncillo del río Sorbe y el embalse de Beleña. Se adivina el soportal de la entrada, y el muro, junto al contrafuerte que lo sustenta, todavía se abre a un pequeño ventanal de arco de medio punto. El interior, prácticamente diáfano, salvo una pequeña puerta tapiada bajo el ventanal y en frente lo que fue la capilla, hoy macetero de un arbolejo poco afortunado.


En el resto de los edificios, la mayoría casi por los suelos y ninguno sin techumbre, todavía se pueden reconocer las dos o tres habitaciones que tenían en su planta baja; y en algunas aún se mantienen los marcos de las puertas e incuso alguna ventana enrejada. Si la maleza no se ha apoderado de las piedras es por el paso habitual del ganado, que pasta por la aldea tranquila y silenciosa, parada en un tiempo que nunca debía haber pasado.