martes, 19 de mayo de 2009

Maldita hermosura


¿Dónde quedó el reloj?

Todo parece estático. Solamente se escucha el choque del viento entre los árboles. Las piedras llenas de musgo sobre el suelo herboso denotan que los muros de los edificios cayeron hace mucho tiempo. Y desde entonces nada ha vuelto a pasar.

Es muy placentero estar sentado sobre lo que debió ser un poyo, perdiendo la mirada hacia el bosque. Cuesta abajo, antes del primer pino, el arroyo lleva algo de agua, seguramente fruto del calor que deshace la nieve de la montaña. Ya no queda puente que lo cruce, tan solo unos árboles caídos que unen las dos orillas. El camino queda cortado por el riachuelo dando cuenta de que ya nadie quiere pasar por allí. Si uno se concentra puede escuchar el corretear del agua algo exagerado para lo escasa que es; seguramente sea un manantial escondido que está en su pleno apogeo.

Es todo muy bello. Las flores comienzan a crecer, el olor de la jara se hace intenso, las mariposas lucen sus coloridas alas, las nubes pasan deprisa. Me hubiese encantado que estuvieras conmigo en ese momento, en medio de la nada como un todo en el mundo. Tú y yo solos en el paraíso que un día pasado recuperó la naturaleza al hombre. Esa misma naturaleza que te llevó consigo para siempre. Esa naturaleza que hoy me parece maldita y hermosa.

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