El ejercicio de la retórica se muestra como elemento fundamental de la democracia. Esto es que la convivencia se basa en el mutuo respeto de los individuos, y el ejercicio de la comunicación ha de hacerse con libertad y en condiciones garantes de recepción mutua en el intercambio de ideas y pareceres por parte de los intervinientes.
Esto ha quedado en entredicho por algunos retrógrados y reaccionarios en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Una facultad autoproclamada “Progresista y abierta” por casi todos los que la integramos.
El miércoles 3 de diciembre de 2008 a las 11:30 horas estaba convocada una conferencia por parte de Josep Piqué, exministro de Asuntos Exteriores entre 2000 y 2002 en el Gobierno de José María Aznar (PP). La conferencia fue organizada y respaldada por los profesores, Enrique Curiel, Julián Santamaría y Patxi Aldecoa (Decano de la facultad), nada sospechosos de afinidad con el conferenciante, y quiso ser escuchada por profesores y alumnos que formamos parte del ambiente universitario de esta facultad. Pero no por todos. Algunos (retrógrados y reaccionarios) quisieron dejar constancia de su falta de civismo y de espíritus democrático y republicano (en sus sentidos más clásicos y puros) impidiendo el lógico transcurso de la conferencia y, posterior, turno de preguntas y debate (que no sé si llegó a celebrarse porque quien se desahoga con ustedes decidió abandonar el salón de actos entre el cabreo y la vergüenza ajena sentida). Durante casi toda una hora la conferencia quedó reducida a un enfrentamiento entre quienes vociferaban interrumpiendo el lógico funcionamiento de las exposiciones y quienes defendíamos la libertad de expresión ante su ultraje por parte de esos “progres” de boquilla y retrógrados de corazón.
Luego resulta que aparecen en los medios de comunicación imágenes y comentarios acerca de la imposibilidad de expresarse en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM, y que, como consecuencia, nadie quiere (se atreve) a expresarse allí (¡una Universidad!) por miedo a recibir insultos y represalias. No es de extrañar que así sea viendo la oligocracia que unos pocos retrógrados y reaccionarios pretenden imponer en un centro universitario al que quieren llamar “progresista y abierto”. A eso se dedicó el fascismo y en eso basó parte de su ideario: en callar las bocas de quienes no sean considerados afines.
No es que uno comparta ideas con Josep Piqué (más bien me encuentro más cercano a sus antípodas ideológicas), ni que sea condescendiente con su actuación política (todo lo contrario, soy de lo más crítico), pero uno cree que en el respeto al otro, pues es principio básico para la discusión y la convivencia; es virtud cívica.
Y hago propia una de las frases lanzadas a los vientos por los retrógrados y reaccionarios: “le llaman democracia y no lo es”. “Es fascismo”, añado yo. ¿Qué ciencia política y que sociología van a poder hacer estos aprendices de dictadura?
Publicado en Tribuna Complutense el 9 de diciembre de 2008
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