viernes, 7 de septiembre de 2012

Política vs. políticos

Como en las guerras, en estos tiempos convulsos, de crisis profunda crisis y estafa magnánima, los que más sufren siempre son los mismos, los ciudadanos medios, y los que más vociferan son los extremos ideológicos, los que tratan de acabar con el bienestar, con el estado de derecho y con la democracia. Y ahí entra la política.
Cuando estos individuos vociferos abren la boca tratan de denostar la política, el noble arte del gobierno y de la administración de los recursos. Desde que empecé a cursar la licenciatura de Ciencias Políticas y de la Administración tuve claro que la política es el arte de gobernar y de administrar los recursos en busca del bienestar de los ciudadanos. O al menos eso debería ser, bajo mi humilde entender.

Los vociferos autoritarios esgrimen argumentos populistas contra la política que en la mayor parte de las ocasiones apuñalan el camino hacia una democracia plena y ocultan segundas intenciones en pro del interés y beneficio personal. En los últimos meses aparecen argumentos como:

- "sobran instituciones". Evidentemente, las grandes golpeadas son las diputaciones provinciales, los ayuntamientos, el Senado y, en menor medida, las comunidades autónomas (si no son del color propio, claro). Por una parte, el eliminar instituciones locales, sobre todo ayuntamientos, aparte de que el ahorro es muy bajo porque apenas tienen gastos de personal (un liberado o ninguno y un secretario que generalmente se encuentra mancomunado entre varios municipios). Y por otra parte, las administraciones locales son las instituciones más cercanas al ciudadano y que mejor pueden recoger sus inquietudes y necesidades. Mermarlas supone inevitablemente quebrantar el feedback entre gobernante y gobernado y, por tanto, crear una nueva situación de autoridad que impone vs. súbdito que acata. En cuanto al Senado, ya lo comenté alguna vez, lo que necesita es una reforma para que pase de ser una cámara que no vale para nada a ser la cámara de representación territorial, es decir, el lugar donde los territorios se interrelacionan y exponen sus problemas entre sí y con el Estado.

- "hay demasiados políticos". Se ha centrado en los parlamentos autonómicos y, sobre todo, en los ayuntamientos. La intención de eliminar el 30% de los concejales trae consigo que la representatividad se vea más limitada aún, en favor de los grandes partidos y en detrimento de terceros, lo que supone que muchas voces se queden fuera de la política. A esto se une que la inmensa mayoría de los concejales no cobran por su función pública. En la mayoría de los más de 8000 municipios, que son de pequeña población, tan sólo está liberado el alcalde, y muchas veces ni tan siquiera; y en el resto (salvo las ciudades más pobladas del país, que tienen menos de 30 concejales), los concejales liberados no suelen llegar a la decena y coinciden con aquellos que forman el equipo de gobierno.

- "los políticos cobran demasiado". A raíz de esto, Mª Dolores de Cospedal, presidenta de la Junta de Castilla y La Mancha y secretaria general del Partido Popular (y no sé cuántas cosas más), ha tenido la idea de proponer que los diputados regionales castellano-manchegos no cobren un sueldo fijo, sino que obtengan retribución de sus dietas. Y todos aplaudiendo. Pero hay tres cosas que se obvian: primero, que se refiere únicamente a los diputados y no a los consejeros; segundo, que el trabajo de un diputado no se limita (o se debería limitar) a asistir a un pleno semanal, sino que implica (o debería implicar, aunque algunos se lo quieran saltar) un trabajo diario con jornadas laborales propias que exigen exclusividad, y alguien que realiza un trabajo debe tener una remuneración por ello; y tercero, que el salario es fijo y está definido legalmente, mientras que las dietas son volubles, se pueden modificar fácilmente y en un buen porcentaje no tributa ni cotiza, por lo que supone una estafa a la hacienda pública. Que mientras los trabajadores tengan que tributar y cotizar y los políticos se ahorren los impuestos no sólo no ahorra costes, sino que los aumenta, reducen ingresos públicos aligera el vocifero contra la política.

De la degradación de la política no tiene culpa el propio arte del gobierno, sino por un lado los grandes focos de poder económico y los lobos que disfrazados de cordero se inmiscuyen en la política, la corrompen y se someten al interés particular frente al interés general. De la carencia nace la necesidad, y por ello:

- es necesario favorecer la independencia de la política respecto a las presiones de los intereses económicos particulares.
- para ello, hay que desquitarse de injustas ingenierías electorales y deben buscarse mecanismos orientados a buscar el mejor político, aquél que es capaz de gobernar de cara al bienestar del ciudadano y a una justa igualdad social. Desde luego, uno de los grandes handicaps que tiene hoy la política son los políticos actuales: inútiles, corruptos, personalistas, interesados y vendidos a los grandes poderes económicos.

Desde luego, el fin de la crisis no está en la denuesto de la política, en hacer creer que la política tiene la culpa y por ello hay que acabar con ella. Esos son los mismos argumentos utilizados en los años 1930 y cuyo resultado bien conocemos. 
El fin de la crisis pasa por quitarse de en medio a los estafadores que nos han metido en este sumidero social, a los malos políticos que les besan los pies y devuelven a los ciudadanos a su condición dieciochesca de súbditos.

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