sábado, 28 de febrero de 2009

Inquietante quietud

No puedo dormir. Algo recorre mi cabeza que quita el sueño. No sé bien de qué se trata. O no sé describirlo. Es una sensación extraña, mezcla de angustia y tranquilidad, como si sucediese algo que no sucede. Llevo dos horas apoltronado en el sofá intentando concentrarme en la lectura por ver si por fin se me cierran los ojos. Me es imposible.

Ya que no consigo caer en letargia, prefiero dar una vuelta. Me visto, cojo ropa de abrigo porque el frío arrecia por estas fechas. Es fin de semana y las calles estarán repletas de gente intentando sacar un poco de desenfreno en una semana que exige demasiado esfuerzo. No me gusta el alboroto ni el exceso de ruido. Me agobian las aglomeraciones, me sacan de quicio. Las plazas de la ciudad durante el fin de semana no son precisamente un paraíso para mí. Aún así, necesito fervientemente tomar el aire esta fría noche.

Ya en el ascensor del edificio el vaho surge de mi nariz y de mi boca como el humo del brasero. Sigo sintiéndome extraño. Hay algo que me inquieta, pero no le doy demasiada importancia. Al salir del portal percibo que no hay un solo coche aparcado en la calle. Han debido salir los vecinos de sus casas. ¿Pero todos? Casualidad. O no.

El bulevar también está completamente vacío: ni un solo vehículo aparcado, nadie caminando por la calle, ni un solo ruido, ni una sola luz en la ventana de los edificios. Tan solo yo, la ciudad y el silencio. Siempre he soñado con algo así, con la tranquilidad en las calles. Y en parte me gusta esta situación. Pero también me incomoda, y mucho. No termino de acostumbrarme a esta situación.

El silencio extraña en una avenida como ésta. Los taxis no la recorren de arriba abajo. Los jóvenes no vuelven a sus casas después de tomar unas copas y echar unos bailes. No hay parejas besándose bajo la luz de una farola. Ya no temo únicamente estar completamente solo en un mar de cemento y alquitrán como un velero en medio del océano, me angustia pensar que en cualquier momento pueda aparecer alguien. ¿Quién sería? ¿Qué pretendería? No puedo continuar así. Sin embargo, tengo que continuar caminando, tengo que volver a casa. Miro por todas las esquinas buscando a alguien que no quiero encontrar. Creo que me estoy volviendo loco. ¿Por qué la ciudad está muerta? ¿Qué está pasando? ¿Qué hago yo aquí?

¿No te asusta la idea de estar en una ciudad vacía?


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