sábado, 6 de marzo de 2010

Cuatro gotas y marabunta en El Foro

Es un día cualquiera entre semana y caen cuatro gotas sobre Madrid. Las carreteras de entrada a la ciudad se atascan, accidente a la altura de Barajas, el autobús lleno, la gente resignada a perder unos minutos de su valioso tiempo de viaje hacia el trabajo. Se ve desde el cruce con la M-30 que hay en los ambos sentidos, vías de servicio incluidas, dos grandes hileras de coches a modo de orugas que no avanzan. La estación de Avenida de América llena de viajeros bajándose de los autobuses o guardando cola pacientemente, aunque sepan que en el siguiente no entran. El metro sobrecargado a horas que no lo suelen estar; como sardinas en lata esperando que algún camarero la destape y nos sirva en el plato de algún bar infecto de grasa y vino peleón.

Cada vez estoy más convencido: los madrileños son descendientes directos de los Gremlins, con el gusto de haber acudido al salón de belleza a acicalarse un poco. Y la prueba está en que, cada vez que llueve, las carreteras se taponan, el metro se llena, por la Gran Vía corretean mareas de paraguas escondiendo rostros humanos (o quién sabe de qué), la sección de perfumería de El Corte Inglés expande una mezcolanza de olores más sobrecargada de lo habitual... Pero cuando hace sol, las carreteras se taponan un poco menos, en el metro se puede viajar sin tener que preocuparse porque tu mano palpe sin querer partes prohibidas de otros, las calles quitan las caretas a los paseantes, que pueden caminar sin tropezarse con la puerta de un centro comercial...

¿Pero qué hacen con todos los Gremlins que había cuando llovía? ¿Los meten al Zara, los llevan de excursión a Gandía, a una isla perdida en medio del Atlántico, van de público a Telecinco...? Son cuestiones sin resolver que algún día habría que investigar.

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